Marruecos es un país fascinante y estimulante que ofrece al viajero experiencias impagables como la de pasar una noche bajo las estrellas en el desierto de Merzouga. Uno de esos momentos que se graban en la memoria para siempre. Mi primera vez en el país marroquí (en 2008) me quedé con muchísimas ganas de conocer Erg Chebbi. Desde entonces tenía claro que tenía que volver para cumplir ese deseo viajero, y ya os adelanto que la espera mereció la pena. En abril de 2017 planificamos un viaje que nos llevaría desde Madrid hasta Marrakech. La intención era clara: hacer una excursión al Sáhara y pisar por primera vez el desierto.
Contenidos
Excursión de tres días al desierto del Sáhara
Desde Marrakech hasta Merzouga hay 570 kilómetros de distancia, que se traducen en unas nueve horas de viaje en coche por carretera, pero no por unas cualquiera. Nada más y nada menos que te lleva a atravesar la cordillera del Gran Atlas por un sinuoso paso entre montañas que es en sí toda una experiencia.
Las dos opciones más rápidas son alquilar un coche por tu cuenta o directamente contratar una excursión al desierto del Sáhara. Nosotras descartamos la opción del coche porque temíamos no adaptarnos a la forma de conducción marroquí y optamos por contratar una excursión desde España con una empresa que nos diera confianza. Si prefieres improvisar, en Marrakech encontrarás muchas ofertas y agencias que ofrecen esta actividad.
Contratar la excursión a Merzouga
Contactamos con la agencia Viajes Marrakech tras leer buenas críticas en Internet y acabamos contratando una excursión al Sáhara de 3 días y dos noches, que incluía el transporte en coche, desayunos, cenas y alojamiento por 120 euros. Un precio más que consideramos más que razonable.
Nuestro conductor Medi nos recogió a las ocho de la mañana en el riad en el que nos alojábamos en Marrakech. Los tres a bordo, y con el coche en marcha, ¡arranca la aventura!
Día 1: Marrakech – Ait Ben Haddou – Valle del Dades
Dejamos atrás la bulliciosa Marrakech para llegar al Sáhara. Lo mejor de todo es que la carretera que une ambos puntos es en sí un atractivo turístico imperdible, que bien merecería por sí sola un viaje. Es la denominada ‘Ruta de las Kasbahs’, que nos permite descubrir la forma de vida de los pueblos bereberes. Fueron ellos los que erigieron cientos de estas fortificaciones para defenderse de los invasores por lo que durante toda la ruta nos encontraremos ese Marruecos exótico y auténtico que cautiva.
El primero punto en el que nos bajamos del coche fue en Tizi n’ Ticka, el paso de carreteras más alto del Norte de África, situado a 2.260 metros de altura. Por suerte nosotras no nos mareamos durante la subida, e íbamos bien entretenidas mirando por la ventana y preguntando a Medi las dudas que nos iban surgiendo. Pero recomendamos llevar biodramina, o cualquier otra pastilla, si eres de los que te mareas en el coche porque la carretera tiene muuuuuchas curvas.
Una vez inmortalizado el momento seguimos en ruta hacia Ouarzazate, conocida como la ‘Hollywood de África’. Allí se han rodado un montón de películas entre las que destacan, por ser títulos reconocidos, Jesús de Nazareth, La Guerra de las Galaxia o La Momia. Paramos justo en la puerta de los Atlas Studios aunque no nos decidimos a entrar. Justo en frente está los estudios cinematográficos está la Kasbah de Taourirt, declarada Patrimonio de la Humanidad.

Kasbah Taourirt en Ouarzazate
Durante nuestra visita algunas de las calles estaban cortadas porque justo estaban rodando una película con Jackie Chan como protagonista.
Salimos de allí con rumbo a uno de los puntos más interesantes de la ruta: Ait Ben Haddou, declarada Patrimonio de la Humanidad. Dedicaremos un post a esta ciudad que tantísima historia tiene.
Este pueblo fortificado formado por kasbash de adobe (arena, arcilla, agua y paja) es literalmente de película. Ha servido como escenario para series y largometrajes que seguramente hayas visto: Gladiator, Astérix y Obelix o más recientemente Juego de Tronos.

Ait Ben Haddou

Ait Ben Haddou
A la entrada de la zona fortificada contratamos los servicios de un guía porque nos queríamos empapar bien de las peculiaridades de este lugar que nos pareció mágico.
Ya por la tarde seguimos en ruta en nuestra excursión al Sáhara hasta llegar a nuestro hotel situado en las Gargantas del Dades. En un pueblo diminuto y auténtico en el que la vida pasa lenta.
Día 2: Valle del Dades – Gargantas del Todra – Erg Chebbi
Tras 24 horas en ruta hoy será el día en el que por fin pisemos el Sáhara. Pero antes de llegar tenemos una parada muy importante que hacer. Después de desayunar en el hotel, salimos con Medi hacia las Gargantas del Todra por el Valle del Dades. Nos encontramos con el río Dades formando un sinuoso camino repleto de palmeras, vegetación y formaciones rocosas. Un auténtico oasis en medio de un paisaje predominantemente árido.
Cuando llegamos a las Gargantas nos quedamos con la boca abierta al comprobar la inmensidad de ese lugar. Las paredes alcanzan los 160 metros de altura y con sus diez metros de anchura realmente te llegas a sentir muy pequeña.
Tras nuestra visita era el momento de poner rumbo, sin más dilación, al objetivo principal del viaje: el desierto de Merzouga. Pasamos horas en la carretera hasta que por fin el paisaje comienza a cambiar y las temperaturas también. Medi nos comenta que hemos ‘apurado’ para hacer esta excursión. Es el mes de mayo y el calor ya aprieta, pero nada comparable con los meses de verano cuando, según nos contó nuestro guía, se alcanzan con normalidad los 52-53 grados.
En solitario, pues prácticamente no nos cruzamos ni un coche en la entrada al desierto, cruzamos una inmensa pista de arena que nos adentraría por fin en Merzouga. Nuestra primera parada fue un hostal ubicado ya en el desierto en el que nos dejaron una habitación para guardar nuestras mochilas durante el día y la noche que pasaríamos en el campamento bereber. Lógicamente no podíamos cargar con nuestros 8 kilos de pertenencias, por lo que metimos todo lo imprescindible en una mochila pequeña que se vendría de excursión con nosotras.
Luego dos chicos marroquíes que trabajaban en el hostal nos enseñaron a ponernos el pañuelo como un auténtico bereber. Seguimos confirmando que en Marruecos la gente es amable y atenta con el turista.
Por fin llega el momento de adentrarnos en las dunas a lomos de un camello. Son poco más de las cinco de la tarde y el sol crea un color espectacular sobre la arena del Sáhara.

Nos adentramos en el Sáhara
Os contaremos en otro post nuestra vivencia en el campamento y conociendo el desierto pero desde ya os decimos que es una de esas experiencias viajeras que se recuerdan para siempre. Tenemos claro que nos gustaría repetir, y si lo hacemos será buscando una experiencia menos turística y más auténtica (ya os contaremos en otro post). Aún así vivimos cosas muy puras como el anochecer, el cielo estrellado como nunca lo habíamos visto o un amanecer espectacular.
Día 3. Merzouga –Marrakech
El último día se pasa prácticamente en la carretera. Hay que deshacer el camino y esta vez de tirón. Nueve horas que se nos hicieron eternas especialmente porque a Medi, no sabemos por qué, le entró la prisa y durante todo el camino no soltaba el acelerador.
La única parada del camino fue, a propuesta de nuestro conductor, para visitar en una cooperativa de mujeres dedicada a trabajar con el argán –típico de Marruecos- para crear productos naturales.
El árbol del argán crece en las zonas áridas de Marruecos, principalmente en la zona del Atlas. Y aquí fui donde pudimos conocer de primera mano el proceso de elaboración para conseguir todos los beneficios del ‘oro líquido’ marroquí, muy demandando para productos cosméticos o terapéuticos.
Llegamos a Marrakech atardeciendo y dando gracias por seguir vivas después de atravesar el Atlas a 120 kilómetros por hora. Todavía nos quedaba un día por delante en la caótica ciudad de Marruecos.