Primer día de mi primer Interrail. Tras meses de preparación por fin había llegado el día en el que nuestra amiga Virginia y yo emprendíamos el viaje con el que tanto habíamos soñado. Quince días por Europa visitando capitales imprescindibles. Nuestro primer objetivo era Estocolmo, una ciudad que las dos habíamos puesto en nuestra lista de prioridades a la hora de confeccionar la ruta del viaje. ¡Qué poco nos equivocamos!
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Primera toma de contacto con la capital de Suecia
Viajamos desde Alicante hasta Estocolmo con Ryanair. En menos de cuatro horas estábamos en el aeropuerto de Skavsta, ubicado a 106 kilómetros de la capital sueca. Nosotras, que somos muy previsoras, habíamos comprado por internet el billete de autobús que enlaza el pequeño aeropuerto con Estocolmo. Por lo que una vez recogimos nuestras mochilas solo tuvimos que localizar dónde estaba el autobús. No tiene pérdida porque las dimensiones de Skavsta son muy pequeñas. Hay varias líneas que hacen este recorrido con un precio similar. Puedes consultarlas aquí.
El autobús es el único transporte público que enlaza este aeropuerto con la ciudad por lo que aunque no reserves con antelación no te quedarán sin plaza. Cuando llega un vuelo tienen los buses preparados.
El transporte nos dejó en la estación de trenes de Estocolmo y desde allí nos dispusimos a buscar nuestro hostel andando ya que se encuentra a 450 metros.
Alojamiento en Estocolmo
Vaya por delante que Suecia es un país caro en cuanto a alojamiento se refiere (bueno, y en todo en general) especialmente si tu salario es español. Nosotras planteamos hacer un viaje lo más económico posible –nuestro bolsillo no daba para más- y teniendo en cuenta que las ciudades que íbamos a visitar no destacaban precisamente por sus precios lowcost no dudamos en compartir habitación para ahorrar en alojamiento.
Tras buscar y comparar precios nos decantamos por el City Hostel. Fue todo un acierto porque nos encantó en todos los aspectos: limpieza, instalaciones y personal. Nuestra habitación era de ocho de camas y disponía de taquillas para guardar tus pertenencias. Las duchas y los aseos estaban siempre limpios y dispone de cocina que siempre viene bien para ahorrar en alguna comida. Para acceder al hostel no se utiliza llave sino una clave que te dan en recepción. Como diría mi compañera en esta aventura: ¡Nos llevan años de ventaja!
Algo que me encantó es que los pasillos que dan a las habitaciones tienen el techo acristalado por lo que se observa el cielo. Era curioso levantarte a las cuatro de la mañana para ir al servicio y comprobar que estaba completamente de día. Y es que desde mayo hasta finales de agosto el sol de medianoche ilumina las noches suecas y prácticamente nunca anochece.
La habitación nos salió por unos 30 euros la noche. Sí, en habitación compartida con otras seis personas. ¡Bienvenid@s a Suecia!
Primeras horas en Estocolmo
Tras dejar nuestras pertenencias en el hostel y hacer las pertinentes presentaciones con nuestras compañeras de habitación nos dirigimos a la calle para nuestra primera toma de contacto con la ciudad. Paseamos por los alrededores del hostel ya que no queríamos retirarnos muy tarde porque estábamos cansadas y al día siguiente teníamos que darlo todo.
Eso sí, llegamos hasta el Ayuntamiento y allí ya supimos que solo por la visita al patio de este edificio nuestro viaje había merecido la pena. ¡Y sólo llevábamos unas pocas horas en Estocolmo!
Ayuntamiento
Es el edificio más emblemático de la ciudad. La torre de las tres coronas de oro es visible desde prácticamente cualquier punto. El Ayuntamiento es famoso porque en su interior se celebra cada año la ceremonia y baile de la entrega de los premios Nobel.
Dato Cooltureta: Alfred Nobel nació en Estocolmo en 1833. Fue un afamado ingeniero, químico y fabricante de armas. Es el inventor de la dinamita y el creador de los premios que llevan su nombre. Los Premios Nobel se entregan en el Ayuntamiento de su ciudad natal en torno al 10 de diciembre, fecha de la muerte de su creador. La primera vez que se celebraron fue en 1895 como última voluntad de Alfred Nobel, quien dejó un testamento un buen puñado de coronas para la celebración de estos galardones.
Como no podía ser de otra manera Nobel cuenta con un museo dedicado a su persona y obra ubicado en el Gamla Stam.
Tras un paseo por los alrededores decidimos comprar la cena en un Burguer King (las cadenas de comida rápida fueron un gran aliado para no arruinarnos en este viaje) y nos fuimos a cenar al hostel. Antes de irnos a dormir aún nos dio tiempo a ver la gala de Eurovisión que se celebraba ese sábado. ¡Al día siguiente más!
Si accedes al patio de Ayuntamiento podrás contemplar, a mi juicio, una de las mejores vistas de la ciudad que se extiende hacia el mar Báltico. Prometo que me podría haber quedado horas y horas sentada contemplando esa postal. Pero la noche hacía acto de presencia y teníamos que continuar la ruta. Pero volveríamos.