Todo viajero ha soñado alguna vez montar en elefante en Tailandia. Si te interesa visitar la zona del Sudeste Asiático, seguramente también has fantaseado con cruzar ríos y atravesar selvas sobre uno. ¡O al menos es lo que yo quería desde que de pequeña me enganché a Willy Fog! Así me imaginaba yo cuando nos planteamos viajar a Tailandia, un país en el que los paseos en elefante están en casi cualquier planning.
Pero no. Montar en elefante en Tailandia no debe ser un objetivo en tu viaje (ni en ninguna otra parte del mundo). Y te vamos a explicar por qué.
Maltrato de elefantes en Tailandia
Al elefante, por raro que parezca, no le apetece pintar sobre un cuadro, ni jugar al fútbol con pelotas gigantes, ni cargar con tres personas sobre su espalda. Estas son algunas de las muchas actividades que se hacen en Tailandia con estos animales. Pero para que ellos ‘acepten a jugar’ de esta manera, tienen que pasar por un proceso: la ruptura del espíritu. Se llama así a la tortura pura y dura de la voluntad del elefante, generalmente cuando cuenta con pocos meses de edad, en la que es atado de patas, cola y cabeza en un mínimo espacio, para que a base de maltrato obedezca al ‘mahout’ o conductor.
Después de muchos días, el elefante se ‘rompe’, deja de luchar y ya puede ser entrenado para esas tareas o incluso para arrastrar troncos en la jungla, un trabajo todavía habitual para los elefantes en Tailandia. Para ello, son guiados a través de unos pinchos que clavan en sus cabezas o con los que estiran de sus orejas (que son ultra sensibles), provocándoles un gran dolor.
Este proceso no es inocuo para ellos. Si ves a un elefante ‘bailar’, esto es, menear la cabeza de un lado a otro constantemente, significa que sufre un alto nivel de estrés. Además de las orejas, los ojos del elefante también son muy sensibles; cuando trabajan en los circos las luces tan intensas les provocan problemas de vista o directamente ceguera. Y aquellos desafortunados a los que les toca trabajar en la selva sufren en muchas ocasiones roturas de pata, con secuelas para toda su vida.
Nuestro primer encuentro con elefantes allí fue en Ayutthaya, donde estaban ‘aparcados’, con unos asientos metálicos para sus pasajeros. Y pasada la primera emoción de verlos, caes en la cuenta de que están plantados al sol, a más de 40 grados, sin agua ni comida cerca. Te acercas un poco más y alcanzas a ver las cadenas que unen sus patas entre sí y esas ganas de montar en elefante en Tailandia y hacerte un ‘Willy Fog’ van desapareciendo.
Visita a una reserva de elefantes
Pero no hay por qué quedarse con las ganas de ver a los elefantes de una manera respetuosa. La mejor manera de ver, tocar y alimentarlos es hacerlo en un entorno en el que estén libres, sin cadenas ni asientos, y no sirvan de transporte para nadie. Y como nosotras no queríamos perdernos esa gran experiencia, decidimos reservar una visita en el Elephant Nature Park, en Chiang Mai.
Es un precioso proyecto liderado por Lek Chailert, que lleva décadas rescatando a los animales explotados o recogiendo a aquellos que son abandonados al no poder cumplir con sus ‘trabajos’. En un parque en medio de la selva, al norte de Chiang Mai, decenas de elefantes viven en un entorno libre. Allí puedes darles de comer, hacerte fotos con ellos y aprender sus duras historias.
El programa de un día es muy completo. Una furgoneta te recoge en tu hotel de Chiang Mai y te traslada hasta el parque. Durante el trayecto, de alrededor de una hora, te muestran un documental que enseña cómo es el ‘ritual’ de la ruptura de espíritu y la historia del parque. Después, podrás darles de comer a los elefantes bolas de arroz y trozos de sandía, mientras una guía del parque te cuenta la trayectoria de cada uno de los animales. Puedes acariciarlos y hacerte fotos con ellos, ya que están acostumbrados al contacto con los humanos y el mahout no se despega de su lado. Incluye también una comida buffet en el parque. Eso en el programa básico de un día, pero existen muchos otros planes con los que puedes dar incluso un paseo por el entorno del parque. Eso sí, a pie.
Dato Cooltureta – Cuando nosotras viajamos a Tailandia, este parque incluía bañar a los elefantes en el río con cubos, pero actualmente no ofrece esta posibilidad. Sin embargo, la experiencia de ver bañarse a un elefante en el río ya merece la pena de por sí.
Sin duda, es una experiencia que no se nos olvidará. Fue casi un sueño estar en aquella zona tan verde y frondosa, rodeadas de unos animales tan majestuosos y aprender todas sus historias. La mayoría son animales que han sufrido mucho durante sus vidas y que ahora han encontrado paz en este santuario, pero también hay bebés elefantes que nacen en el parque, como el pequeño Dok Rak. Con concienciación por parte de todos, no habrá más elefantes que tengan que sufrir llevando turistas.