Conocer los templos más destacados de Egipto en una semana es posible pero te obliga a exprimir al máximo cada jornada en el país. En nuestro primer día completo visitamos el complejo de Abu Simbel al amanecer, como ya te contamos en un post anterior, pero también conocimos el Templo de Philae, el Templo de Komb Ombo y nos dio tiempo a visitar un poblado nubio. ¡Allá vamos!
Templo de Philae
A orillas del río Nilo se encuentra uno de los templos más bonitos y peculiares de Egipto: el templo de Philae. Casi sin poder asimilar la visita a Abu Simbel todavía, estamos ya en una lancha con destino a la Isla de Agilkia. Allí se encuentra la ‘Perla del Nilo’: así es como muchos conocen al Templo de Philae, precisamente por su ubicación privilegiada junto al río.
Es de los pocos templos en todo el país que se encuentra en una isla, por lo que lógicamente la única forma de llegar es dando un agradable paseo en lancha. El monumento se divisa a lo lejos y el paisaje que lo envuelve parece sacado de un cuadro.
El conjunto de Philae forma parte del Museo al aire libre de Nubia y Asuán, declarado Patrimonio de la Humanidad. Está dedicado a Isis, la diosa de la fertilidad y quizás la más venerada del antiguo Egipto. Ella es la protagonista de Philae, por lo que tiene sentido que el gran templo de Isis sea la construcción más grande del complejo y también la que conecta el resto de edificaciones.
Como cualquier monumento con miles de años, el templo de Philae ha pasado por muchas etapas a lo largo de su historia. Se empezó a construir en el siglo IV a.C., su construcción se extendió hasta el siglo III d.C. y en distintas épocas ha sufrido vejaciones por parte de cristianos y musulmanes; incluso se levantaron dos iglesias y utilizaron la sala hipóstila como capilla.
Destaca la fachada de la entrada principal, de gran envergadura, y decorada en bajorrelieve con la imagen del faraón triunfando sobre los enemigos de Egipto. Una vez en el interior nos quedamos embelesadas con el patio rodeado por muros con ventanas abiertas que dan al Nilo, ofreciendo una imagen idílica.
Fuera del templo principal existen otras dos estructuras más a destacar como son el templo de Hator y el bonito quiosco de Trajano. Es quizás el icono del templo. Dentro de este quiosco hay relieves que muestran al emperador Trajano haciendo ofrendas a los dioses Osiris, Isis y Horus. El atrio está abierto hacia las aguas del Nilo, por lo que la estampa desde allí es de lo más evocadora.
El templo de Philae fue otro de los monumentos trasladados de ubicación para evitar su naufragio, como ocurrió con Abu Simbel. Nasser, nuestro guía, nos mostró justo el emplazamiento en el que se encontraba antes, en la isla de Philae, ahora sumergida bajo las aguas. Antes de la construcción de la alta presa y por la construcción de la vieja presa de Asuán, el templo se quedaba sumergido por las aguas de El Nilo durante los meses de la inundación.
Tras las explicaciones de nuestro guía tuvimos tiempo para explorar el recinto por nuestra cuenta. Ya en este momento nos damos cuenta de que, como ya nos ha pasado en otros países, resultamos de lo más ‘exóticas’ para las egipcias y los egipcios. No sé cuántas fotos nos llegaron a pedir en los siete días que estuvimos en Egipto, pero fueron muchas. Nosotras encantadas. Aquí se nos acercaron un grupo de chicos que estaban también de visita y después de pedirnos uno por uno una foto a cada una por separado nos hicimos una fotografía grupal.
Al finalizar la visita tocaba volver a la barcaza con rumbo ya a nuestro barco para comer. Llevábamos más de 24 horas sin dormir y el hambre apretaba.
Visita a un poblado nubio
Esa misma tarde realizamos una visita a un poblado nubio, desplazándonos hasta el mismo en faluca. Sin duda esto último fue lo que más nos gustó de la excursión, que no la llevábamos incluida.
Primero desembarcamos en una pequeña isla de arena en la que nos podíamos bañar. Aunque hacía calor no nos animamos, por aquello de la fama del Nilo y los cocodrilos 😛 . Allí hay varios vendedores que van a la caza del turista para que les compren. Tras este trámite, que tienes que ‘soportar’ en cualquier excursión contratada que se precie, nos dirigimos en la embarcación hasta el poblado nubio.
Los nubios son un antiguo pueblo asentado a orillas del Nilo, en Egipto (también perviven en el vecinos país de Sudán). Un pueblo que ha perdurado en el tiempo, a pesar de vivir una historia convulsa, y que tiene sus propia forma de vivir. Cuando pones un pie en estos poblados ya te das cuenta de que son diferentes a las ciudades egipcias, puesto que destacan sus casas de color blanco y sus paredes decoradas con llamativos colores, predominantemente azul. Digamos que los nubios vienen practicando desde hace siglos el ahora tan de moda ‘street art’. Mirad las fotos.
Nasser nos guió hasta una casa nubia en la que vivían varias generaciones de una misma familia que nos recibieron con una amplia sonrisa. A los pocos minutos ya nos habían servido un té y unos dulces típicos egipcios. Algo llamó nuestra atención y es que, aunque íbamos advertidas, nos fascinó que en el patio de la casa tenían varias jaulas con cocodrilos de distintos tamaños. No hay casa nubia sin cocodrilos. Para ellos son sus mascotas, por aquello de vivir a orillas del Nilo y que durante siglos fuera de lo más habitual tenerlos en casa. El padre de familia sacó uno de tamaño mediano para que nos echáramos una foto de recuerdo. Aunque declinamos la oferta, optamos por hacernos un tatuaje de hena en forma de la llave de la vida que nos acompañaría el resto del viaje.
Estuvimos un rato en la casa y después paseamos un poco por los alrededores del poblado cuyas casas son tan llamativas como humildes. Ni que decir tiene que los nubios viven sin lujos o cosas que en Occidente consideramos ‘indispensables’ en un hogar. Con la sonrisa de las mujeres de la familia nubia en nuestra retina, nos volvimos a la faluca que nos llevaría de nuevo a nuestro crucero para descansar un rato antes de la última visita del día.
Templo de Kom Ombo
Tras reponer algo de fuerzas tocaba realizar la última visita del día al Templo de Sobek y Haroeris, popularmente conocido como Kom Ombo. En este caso es una visita diferente porque la realizamos ya de noche, lo cual nos ofrece otra perspectiva con los templos iluminados.
Este templo es inusual puesto que tiene doble dedicación: por un lado al dios cocodrilo Sobek y por otro a Haroesis, que signfica ‘Horus el viejo’. Cuenta con un diseño simétrico con dos salas hipóstilas –una interior y exterior- que no te debes perder. Los detalles florales de las columnas se quedan en la retina para siempre.
Cuando llegamos a este templo ya había anochecido por lo que estábamos prácticamente solos y pudimos contemplar el monumento con su iluminación.
Una de las curiosidades de Kom Ombo es que tiene un gran vínculo con los cocodrilos, animales sagrados para los egipcios. Creían que honrarlos como a dioses supondría estar a salvo de sus ataques. A las puertas del templo hay un museo dedicado a este animal, donde encontrarás cocodrilos disecados de todos los tamaños.
No dejes de visitar el pozo sagrado, con el que los sacerdotes calculaban los impuestos que debían cobrar a los ciudadanos basándose en la altura a la que llegaba el agua.
Hasta aquí el primer día completo por Egipto. ¿Intenso, no? Y todavía había mucho más.