Nuestro viaje por Egipto, del que ya te hemos contado itinerario y presupuesto, empezó a lo grande. La primera jornada completa en el país nos llevó a hacer un recorrido por tres templos muy diferentes entre sí: Abu Simbel, el Templo de Philae y Kom Ombo. Además de realizar una visita a un poblado nubio. Pero en este post nos centraremos en nuestra visita a Abu Simbel, porque hay muchísimo que contar.
Como ya explicamos, para viajar a Egipto decidimos por primera vez contratar un viaje organizado por una agencia especializada en el país. Volamos desde Madrid hasta Asuán, ciudad desde la que partía el crucero Grand Princess, en el que pasaríamos las siguientes tres noches.
Llegamos a Egipto entrada la noche por lo que ese día solo nos dio tiempo a tener un primer contacto con los compañeros de viaje, cenar y ‘dormir’ apenas dos horas antes de ponernos en marcha hacia Abu Simbel. El despertador sonó a las dos de la mañana porque el objetivo era llegar antes del amanecer y nos quedaban por delante tres horas de autobús. En este viaje desafiamos al cansancio pero cada hora de sueño perdida mereció la pena. ¿Nos acompañas en este viaje al Antiguo Egipto?
Visitar Abu Simbel:
El primer templo que visitamos en el país prácticamente unas horas después de aterrizar fue nada más y nada menos que Abu Simbel. El sueño de cualquier viajero, un anhelo que por fin se hacía realidad. Si viajas con agencia hay paquetes más económicos que no incluyen la visita a este templo o que te cobran la excursión a parte. Sea como fuere, no concebimos viajar a Egipto y no conocer uno de sus mayores milagros arquitectónicos.
Todavía era de noche cuando comenzamos la visita a Abu Simbel, el templo más famoso de Egipto, ubicado en el margen izquierdo del río Nilo y muy cerca de la frontera con Sudán. El sueño de Ramsés II se descubría ante nosotras. El faraón levantó monumentos por todo Egipto pero este es sin duda su obra maestra.
Nasser, nuestro fantástico guía durante nuestra estancia en el país, empezaba a darnos pinceladas de la proeza arquitectónica que teníamos ante nuestros ojos. El recinto de Abu Simbel se compone de dos templos excavados en roca –El Templo de Ramsés II y el Templo de Nefertari- con 3.200 años de historia que fueron mandados a construir por Ramsés II para conmemorar su victoria en la batalla de Qadesh (1274 a.C.).
Cabe destacar que los templos que podemos visitar hoy no están situados en su emplazamiento original. La construcción de la presa de Asuán en los años 60- ejecutada para regular las inundaciones frecuentes en el río Nilo- tuvo como consecuencia la creación del lago Nasser. Este hecho puso en peligro que estos dos templos acabaran bajo el agua, por lo que tuvieron que ser literalmente desmontados pieza por pieza para ser reconstruidos a 200 metros del lugar donde se construyeron.
Esta situación no fue excepcional en Abu Simbel, ya que fueron varios templos los que se desmontaron y volvieron a montar en otro lugar para ponerlos a salvo del agua. La UNESCO lideró este proyecto para salvaguardar el patrimonio egipcio. Sin duda, una tarea ‘faraónica’ que permitió que sigamos disfrutando de esta maravilla. Aunque muchas otras quedaron sumergidas.
Si os interesa saber más sobre el traslado de los monumentos egipcios os recomiendo este documental con imágenes impresionantes de cómo fue el desmontaje y el proceso de reconstrucción.
Andábamos sumergidas en los vaivenes de la historia del templo cuando poco a poco los primeros rayos del sol comenzaron a iluminar la fachada del templo principal, fue entonces cuando adquirió ese tono rojizo tan característico que tantas veces habíamos visto en fotografías.
Y surge aquí otra curiosidad que nos muestra el excepcional conocimiento que tenía la civilización egipcia sobre todo lo relacionado con la astronomía. Dos veces al año, un rayo de sol ilumina el rostro de la figura de Ramsés II situada en el interior del templo mientras el resto permanece en la oscuridad. Seguidamente, la luz ilumina a los dioses Ra y Amón, situados a su izquierda y derecha respectivamente. Para rematar la faena la estatua de Ptha, dios del Inframundo, queda en la penumbra y nunca llega a iluminarse. Este efecto solo se produce el 22 de febrero y el 22 de octubre, coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Ramsés II y con la fecha de su coronación. ¡Ahí es nada! Aunque originalmente este fenómeno se producía el 21 de febrero y el 21 de octubre pero con el traslado del monumento se atrasó un día.
Nos contó Nasser que ese día la expectación es máxima y las inmediaciones de Abu Simbel se abarrotan desde la noche anterior para poder acceder al templo y colocarse en buena posición para contemplar semejante maravilla.
Después de las explicaciones del guía tuvimos tiempo para explorar por nuestra cuenta los dos templos por dentro y admirar sus detalles. Aunque la característica principal del Templo de Ramsés II es que la fachada está tallada en la propia roca y las cuatro colosales estatuas del faraón a la entrada su interior también es una pasada.
Si queréis hacer fotos en el interior de los templos, la visita a Abu Simbel se encarecerá: debéis pagar una entrada especial aparte de la que os da acceso al recinto, que al cambio son unos 15 euros. Sí, es negocio puro y duro. Si no pagas este suplemento y te pillan haciendo fotos los ‘guardas’ te invitarán a salir del templo. Lo pongo entrecomillado porque me llamó la atención lo dispuestos que están a sacarse un sobresueldo. Ellos encantados de echarse una foto contigo o de prestarte la ‘llave de la vida’ a cambio de unas pocas libras egipcias.
Es muy temprano y en el interior del templo no somos muchos. Según nos cuenta Nasser, el turismo se está recuperando poco a poco en el país pero nada que ver con los años anteriores a la ‘Primavera Árabe’. Aquello debía estar abarrotado a cualquier hora, pero en noviembre de 2018 nosotras visitamos Abu Simbel con bastante tranquilidad. También es cierto que nos pegamos un buen madrugón (o mejor dicho no hemos dormido) y eso siempre ayuda a visitar lugares turísticos antes de que se masifiquen.
Las paredes están decoradas con exquisitos jeroglíficos entre los que destaca la imagen del faraón sobre su carro persiguiendo a los guerreros hititas en Qadesh. Si recordáis lo que he comentado un poco más arriba, la construcción de este templo se debe a la victoria de Ramsés II en esa batalla. Y es que todo el edificio, en su exterior y en su interior, es una loa del faraón hacia sí mismo.
Y sí, nos fascina que grabados con ocho siglos de historia se conserven intactos y sigan maravillando al mundo. Además de relatando la historia de una civilización.
Todo el interior del templo de Abu Simbel es sobrecogedor, te quita el aliento y te sumerge de lleno en la grandeza de la civilización egipcia. Paredes cubiertas con bajorrelieves, con grabados que perduran con sus colores vivos a pesar de que sobre ellos pesan más de 3.000 años y un sinfín de avatares imposibles de resumir en un post. ¡Si podéis, no dejéis de visitarlo una vez en la vida!

Interior del Templo de Ramsés II
Tras explorar el Templo de Ramsés II nos dirigimos hacia el dedicado a Nefertari que, aunque más pequeño, también tiene una fantástica portada compuesta por seis estatuas gigantes de los dos consortes. Todas del mismo tamaño. Esto es algo inusual porque lo habitual era representar a las mujeres del faraón en un tamaño menor al del propio rey.
Hay datos de que Ramsés II tuvo decenas de esposas y concubinas (y cientos de hijos) pero Nefertari era su favorita. De ahí que en su obra maestra le dedicara uno de los templos y que la reina tuviera incluso participación en algunas decisiones políticas que debía adoptar el faraón.

Templo de Nefertari
Unas cuantas horas después toca despedirse. Nos vamos contentas y sintiéndonos afortunadas de haber podido contemplar el amanecer desde un lugar tan mágico y lleno de historia. Siempre se dice, pero es verdad que el hecho de tener un lugar tan idealizado puede conducir a la decepción una vez lo tienes por fin delante. No ocurre así con la visita a Abu Simbel.
Son las primeras horas en Egipto y ya hemos sentido ese sentimiento de sentirte pequeñita ante una construcción tan magnífica. ¡Y todavía nos queda todo el día por delante! Pero eso os lo contamos en el siguiente relato del día 1: Templo de Philae, visita a un poblado nubio y Templo de Komb Ombo.

¡Sueño conseguido!